Con unos peques. Soy el segundo por la izquierda.

domingo, 27 de abril de 2008

Universidad y opinión

Como ocurre con otras instituciones de nuestra provincia, en la Universidad se alegran mucho cuando salen en la prensa, y más si el retrato coincide con lo que piensan de sí mismas. Muy diferente es cuando se dice algo negativo, crítico o de denuncia de su mundo. Si eres de fuera, dicen, porque no sabes lo ocurre, y si eres de dentro porque existe la idea de que los trapos sucios se lavan en casa. Sea como fuere las instituciones del estilo de la Universidad se blindan ante la crítica y se abren a las alabanzas. En mi caso, después de años de opinar de la Universidad de Jaén, en cuanto institución, obviamente sin personalizar directamente, no me he encontrado la más mínima reacción al respecto. No es que se escriba un artículo de opinión para intentar cambiar el mundo. Las razones de este oculto arte de opinar no andan ni en el mesianismo, ni en el dinero, ni en la fama. Cuando yo opino, pongamos por caso, que el aparcamiento en la universidad es un desastre rayante en el caos, no espero que el vicerrector de turno diga: “¡anda! que razón tiene Anta, voy a ponerme con el asunto”, porque sé perfectamente que esto no funciona así; más bien dirá, si es que se ha enterado que yo he opinado de esto: “que se creerá Anta, que no estoy con el asunto”, y acto seguido soltará un discurso diciendo que el problema es que la gente viene mucho en coche a trabajar, que todos quieren aparcar bajo techo o que también es culpa del ayuntamiento (que tiene su propio delito, pero eso es otro artículo de opinión), cosas que son verdad, pero no siempre ciertas.
Así, pues, no hay que ser vicerrector, ni catedrático de metafísica, para llegar a la conclusión de que si escribo un artículo de opinión y hablo del tema aparcamiento en la universidad estoy haciendo, en primer lugar, un ejercicio metafórico, que toma a la universidad como un microcosmos, un lugar donde ocurren cosas, digamos, de lo más curiosas y que a un público general y receptivo le pueden ser de un cierto interés, todo ello en la medida que estamos ante un lugar que esta pensado para generar un debate social permanente, ya que cuando se habla de acercarse a la sociedad, idea presente en todos los programas de los candidatos a rector, me quiero creer que no es sólo para hacer marketing institucional, vender patentes o entretener a ciertos jóvenes. Y, en segundo lugar, porque el tema aparcamiento es una metáfora tanto de la institución, preocupada por el buen comportamiento de sus trabajadores, a los que persigue policialmente poniendo pegatinas insultantes (y donde tiene más derechos el panadero que viene a la cafetería que el profesor que acude a dar clase), como de lo ocurre en la sociedad. De ahí que lo diga públicamente, estamos en un mundo donde los responsables institucionales y empresariales (si es que no es lo mismo) nunca dan la cara y siempre tienen mediadores (cajeras de supermercado, guardias de seguridad, telefonistas…), proyectos legislativos y normativas de lo más arbitrario que hacen que el usuario, el trabajador y el ciudadano estén en una permanente indefensión y chantaje, a merced de unos intereses que, desgraciadamente, todos sabemos cuáles son.

martes, 22 de abril de 2008

Arte peque y tiempo adulto

Pequeños Artistas es un blog que muestra el trabajo de niños dedicados al arte o más bien el trabajo de unos adultos sobre el trabajo artístico infantil. Es interesante lo que hacen los peques, el resto es quizás más o menos pasable. En otro sentido, para padres especialmente preocupados en sobre-estimular a sus hijos, se puede consultarse la web Arte infantil. Para aquellos que se creen que los niños son el colmo de la creatividad, cercanos a lo más sublime (véase la imagen), no os podéis perder el siguiente enlace: The monster engine.

La cuestión, ahora, es pensar si los peques pueden superar, o no, el ridículo de la constante interpretación adulta sobre lo que hacen. Y que una y otra vez encasilla a los peques en una serie de tópicos y clichés tanto sobre su conducta como de su mundo personal y lo que es, casi, lo peor, pone a estos en el lugar que los adultos suponen es una inversión de futuro, hecha con la experiencia traumática de su pasado. Cuando ponen a los peques a que pinten buscan una interpretación, no de lo que ellos hacen, sino de lo que los adultos piensan que eran cuando se creían que eran niños. Pero un adulto que interpreta a un peque es una subjetividad que niega la posibilidad de darle un futuro, un desarrollo propio y un momento de cierta experementalidad. Otro tema diferente es imponer la caligrafía, la lectura o una educación determinada, ya que crea un único presente, niega el pasado de los adultos y el futuro de los peques.
Todo esto bien podría resumirse en una idea paralela: se piensa a los peques en relación al tiempo y éste es, sólo, una de las preocupaciones de los adultos como tales. Consecuentemente, se está peque no se es peque, ya que ser peque es un estado no una posición.

lunes, 14 de abril de 2008

El Kippel como vía de pensamiento

Es evidente que mi paseo por la red tiene algo de repetitivo, es decir que generalmente miro las mismas páginas y trato de usar los buscadores lo menos que puedo, no es que no los vea útiles sino que tiene que ver con una mediación de la información que me disgusta ya que va de lo desesperado a lo desesperanzador. Así, pues, me muevo, fundamentalmente, por mi carpeta de favoritos y no pocas veces por instinto. Lo que veo, leo y disfruto es, sobre todo, muchos blogs y me muevo, a su vez, por los links que sugieren y así, de vez en cuando, me encuentro con algunas cosas muy sugerentes, otras importantes y de tarde en tarde me encuentro con joyas, que como tales suelen pasar desapercibidas si no es por el nivel de detalle que obliga la mirada atenta...
Bueno, en esas estaba cuando me encuentro con una idea que me parece evidente, pero que es importante, sugerente y útil, me refiero a la idea de kippel, que proviene de la novela, de Philip K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, que dio lugar, a su vez, a la película Blade Runner:

"kippel son los objetos inútiles, las cartas de propaganda, las cajas de cerillas después que se haya gastado el último, el envoltorio de un chicle o el diario del día anterior. Cuando no hay gente, el kippel se reproduce [...] el kippel expulsa el no-kippel [...] nadie puede ganar al kippel, a no ser, quizás, de forma temporal y en un punto determinado, como mi apartamento, donde he conseguido un equilibrio entre kippel i no-kippel, al menos por ahora [...]". 

La idea, que en su día tomé como algo curioso pero que se me escapó su verdadero potencial, es realmente poderosa y se la puede sacar mucho jugo, como ha empezado a trabajar Secaix en la web (ya está en su segunda versión) que le dedica al kippel. El problema, desde mi punto de vista, no está en lo obvio, que si la web es un gran productor de kippel, o que si ciertos mitos urbanos también lo son, si no que la cuestión es que hay un doble juego con respecto a su aplicación social: el campo semántico de kippel esta por crear, pero si lo unimos con el concepto de cyborg, tal cual intuimos en la novela de Dick, la cosa cambia radicalmente, porque de alguna manera podemos llegar a la conclusión de que el verdadero kippel es la humanidad y ésto, más que inquietante, es una vía de pensamiento importante.

domingo, 13 de abril de 2008

Artículos sobre peques

  • Evans, Ruth M.C. (2004) Tanzanian Childhoods: Street Children's narrative of Home. Journal of Contemporary African Studies, 22 (1): 69-92.
  • Kramer, Karen L. (2002) Variation in Juvenile Dependence: Helping Behavior among Maya Children. Human Nature, 13 (2): 299-325.
  • Lee, Sang-Hyop and Andrew Mason (2005) Mother's Education, Learning-by-Doing, and Child Health Care in Rural India. Comparative Education Review, 49: 534-551.
  • Lonsdorf, Elizabeth V. (2005) Sex Differences in the Development if Termite-Fishing Skills in the Chimpanzees (Pan Troglodytes Schweinfurthii) of Gombe National Park, Tanzania. Animal Behavior, 70: 673-683.
  • Karsten, Lia (2003) Children's use of Public Space: The gendered world of the Playground. Childhood, 10 (4): 457-473.
  • Oleke, Christopher, Astrid Blystand, Karen Marie Moland, Ole Bjorn Rekdal, and Kristian Heggenhougen (2006) The Varying Vulnerability of African Orphans: The Case of the Langi, Northern Uganda. Childhood, 13 (2): 267-284.
  • Goldstein-Gidoni, Ofra (1999) Kimono and the Construction of Gendered and Cultural. Ethnology, 38 (4): 351-370.
  • Rubenson, Birgitta, Le Thi Hanh, Bengt Hojer, and Eva Johansson (2005) Young Sex-Workers in Ho Chi Minh City Telling Their Life Stories. Childhood 12: 391-441.
  • Lewis, Amanda E., and Tyrone A. Forman (2002) Contestation or Collaboration? A Comparative Study of Home-School Relations. Anthropology & Education Quarterly, 33 (1): 60-89.

viernes, 11 de abril de 2008

Con sentido común

Para todos aquellos que creáis que el voto de los peques es un hecho perteneciente al pensamiento crítico más extremo os recomiendo visitar la web del grupo alemán KinderRÄchTsZÄnker (también llamado K.R.Ä.T.Z.), ellos trabajan con una política del sentido común que a medio plazo resulta muy interesante: son un grupo de aproximadamente 20 jóvenes quienes abogan por la igualdad de derechos entre niños y adultos. Sus principales temas son el derecho al voto, la escuela y la familia, pero también se ocupamos de otros asuntos relacionados a la discriminación por la edad como, por ejemplo, el trabajo infantil y la protección de menores. En una linea muy cercana al propio medio en el que se propagan tienen una sección de preguntas frecuentes sobre el tema del voto universal.
Por cierto, para aquellos que estáis interesados en una experiencia práctica sobre el voto infantil podéis ver lo ocurrido en El Salvador para sus elecciones generales del 2004 (a este respecto quiero dejar claro que es algo de lo que me quiero desmarcar, en última instancia porque es un simulacro comercial, pero como experiencia...).

jueves, 10 de abril de 2008

Yo-tu-el digital

Leo el último post de la siempre sugerente Elisenda Ardevol en Mediaciones sobre el tema del "yo digital", a raíz de los comentarios de la profesora Tíscar y los de la gente de Yo digital (un grupo que junto a ideas más o menos originales se pliega a una suerte de Apocalipsis de caos futuro, es decir, del ahora digital). Bueno, el caso es que estaba mirándome lo que dice Elisenda y llego a la conclusión, de su mano, de que esto del yo digital es una enorme trampa conceptual y, por supuesto, vital, ya que plantea, que el yo (digital o no) es igual a una identidad personal, cosa absolutamente errónea. El problema, seguramente, es cuando entendemos lo digital como algo o bien paralelo a la realidad, bajo eso que podríamos llamar el síndrome The-Matrix, o bien como un hecho que ayuda a perfeccionar la realidad, bajo ese otro que llamaremos el acercamiento power-point, ya que ni una cosa, ni la otra, ni mucho menos las dos a la vez. Lo digital es la representación de unas determinadas discursividades. Lo que es nuevo de este "digital" es su capacidad de traspasar las clásicas barreras de los aparatejes sensoriales, su facilidad para almacenar y transmitir la información y, proponer, la inclusión de metadatos que conectan diferentes niveles de realidad.
En este sentido el yo no puede ser digital, porque siempre será un tu digital, si es que puedes reconocerte, y, generalmente, un él digital. Esto se entiende mejor a la luz de la introducción del libro Lenguaje, poder e identidad de Judith Butler, al proponer la diferencia entre lo dicho y el que habla, la idea de enunciado performativo, es, en un sentido sustantivo, la idea del busto parlante... Lo que puede confundirnos es, sigo a Butler, creer que ese busto parlante es lo digital, el ordenador, pongamos por caso, cuando de lo que tenemos que tomar conciencia es que el busto es lo que se conoce como el yo digital. Claro que, mucho de esto, lo hace evidente sin demasiada reflexividad la propia publicidad de las maquinas digitalizadoras, como estas de la imagen.

miércoles, 2 de abril de 2008

Academia y hegemonía

Un comentario de Ana y Esteban, en su linea crítica que tanto se agradece, quizás nos pone en uno de las pistas de las miradas post-modernas: el discurso hegemónico reside de manera racional en un espacio conocido como academia, lo que parece que resta legitimidad si se quiere hacer un discurso de pensamiento crítico. Independientemente de que esto es más que discutible, en mi caso además ni pertenezco a ninguna academia, ni mantengo un discurso que este censado por un medio que le de legitimada (gran parte de lo que aquí se dice está en un medio tan anti-academico como un blog y tan poco correcto como hacerlo sin citar referencias que no estén a disposición de todos en tiempo real). Lo que si me interesa más es, consecuentemente, si mantengo algún tipo de hegemonía, a lo que he contestar afirmativamente. No es que me preocupe en este momento, en última instancia porque es algo que me estoy planteando en otros términos, más cercanos a un poética neobarroca.
Otra cosa, brevemente; he empezado el corpus discursivo con un tema, digamos, extraño: ¿qué es un peque? y ¿por qué no votan los peques? Estarán conmigo que no es un tema académico, ni mucho menos algo que las estructuras hegemónicas (en el sentido que le da Gramsci) estén dispuestas a poner encima de la mesa. Ahora bien, ¿esto se hace en la medida que lo legitima la academia o que esto es una nueva forma de crear una nueva academia? no lo se, sinceramente, aunque con lo de la jerga estoy más o menos de acuerdo: el llamado discurso crítico tiene una manera propia y una sensibilidad en un cierto sentido que tiene algo de académico, pero que no es la academia. Hay similitudes y diferencias y son estas últimas la que hace que esto sea una cosa y no otra. A lo que os animo, tanto a Ana y Esteban como a quien quiera sumarse, es a tomar la razón practica y el pensamiento como arma. Y, para ello, por qué no empezar con las preguntas que se hacen The Smiths en The boy with the thorn in his side:

The boy with the thorn in his side
Behind the hatred there lies
A murderous desire for love
How can they look into my eyes
And still they don't believe me?
How can they hear me say those words
Still they don't believe me?
And if they don't believe me now
Will they ever believe me?
And if they don't believe me now
Will they ever, they ever, believe me?

The boy with the thorn in his side
Behind the hatred there lies
A plundering desire for love
How can they see the Love in our eyes
And still they don't believe us?
And after all this time
They don't want to believe us
And if they don't believe us now
Will they ever believe us?
And when you want to Live
How do you start?
Where do you go?
Who do you need to know?

martes, 1 de abril de 2008

Aprender a bailar

Es obvio que de alguna manera antes de plantear cualquier otro elemento con relación a los peques tenemos que entender que se está poniendo en juego. No es cuestión de que los peques sean una simple (por compleja) metáfora, que es seguro que es así, sino que también de aquellas cosas que estamos dispuestos a pensar, a poner en el cesto de las discusiones (¿de que mimbres estará hecho?) y hasta que punto las cosas están así o asa. Por eso he decidido tomar un camino más complejo, el de mirar hasta que punto estamos hablando de poder y hegemonía y si estos son de alguna manera que hasta ahora no habíamos pensado o, por el contrario, son de lo más común. Me propongo, pues, pensar de alguna manera la hegemonía y, subsidiariamente, el poder. Pero esta vez teniendo en cuenta que ni el poder me es ajeno, ni puedo dejar de tener presente que de alguna manera pertenezco algún sistema planteado en muchos momentos como hegemónico.
Antón Fernández de Rota propone la siguiente idea en su artículo Carta abierta a la revista Resquicios que yo he tenido el atrevimiento de apropiármela: "Crear un movimiento, aún entre los-que-están, no es algo sencillo. No se hace a base de mera voluntad y comunicados. Para ello es necesaria la paciencia, el mito, el símbolo, crear esperanza e ilusión sobre el proyecto". No es que pretenda crear un movimiento como tal, pero sí pensar en el sentido que él le da, es decir plantear de que tenemos que pensarnos más allá de que lo hagas para los ya convencidos; siguiendo este trabajo de Antón se trata de crear la plataforma desde donde "aprender a bailar ligeros una danza colectiva donde los cuerpos se toquen y lascivamente se manoseen. Aprender de los recovecos, producir márgenes, bailar los cuerpos y bailar las mentes [...]". Por eso yo me voy a dar un respiro y ponerme a bailar con la más fea, porque a algunos bailar es algo que nos apasiona.